lunes, 26 de octubre de 2009

Interpretando la Revelación. Los cuatro jinetes.


Cambiaba impresiones, en días pasados, con un hermano adventista sobre el libro "El conflicto de los siglos" de Ellen G. de White y decidí compartir con vosotros alguna poderosa intuición que he tenido sobre el "libro de los libros".
Manifesté a dicho hermano que, estando de acuerdo en que el autor del Apocalipsis es el mismo que el del Evangelio de San Juan, entonces, correspondería interpretar el segundo en relación con el primero, debiendo, también, reconocer que ya una tradición antiquísima atribuye ambos textos al Apostol San Juan.
Le decía yo que el Evangelio de San Juan vuela más alto que los otros tres, tiene más contenido metafísico y plantea como nudo gordiano un conflicto entre el mundo y el espíritu, la materia y la conciencia, y que esta luz debe guiarnos en la busqueda del sentido último del Apocalipsis.
No podía yo concederle las personificaciones históricas de las visiones, que tanto han proliferado, porque si bien la primera parte del libro -la que va dirigida a las siete iglesias de Asía - esta en este mundo y no se diferencia del resto de profecías de las Sagradas Escrituras, la segunda nos lleva claramente a otra dimensión extraterrenal, donde no hay espacio/tiempo, por lo que no es posible asimilar a la primera bestia con el Papado, al primer jinete con Átila, la ramera con Roma, etc
Esto no quiere decir que la Revelación no tenga trascendencia en esta dimensión. La tiene y mucha, como vereís. LO QUE NOS PRESENTA JUAN SON FORMAS DE PODER DE CARÁCTER MORAL QUE SE ENCUENTRAN EN COMBATE DESDE LA REBELIÓN DE LUCIFER Y QUE HAN DETERMINADO EL DEVENIR HÍSTORICO DE LA VIDA EN EL PLANETA TIERRA. Y esto es lo que el Evangelista ha presenciado más allá de los cielos.
Desde esta perspectiva, es parte de la propia creación quien se ha revelado contra el creador, por la vía del "conocimiento", que se usa con este único fin de sustituir a Dios como supremo hacedor para...
Y con este criterio se comprende bien el Apocalipsis. Siguiendo su orden narrativo, hoy explicaré mi intuición sobre los cuatro primeros sellos:
(Ap. 6:1) Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo para vencer.
El primer jinete representa esa forma de poder que nació con la invención del arco. Los antropólogos coincidimos plenamente hoy en que este fue el avance tecnológico que propició la supremacía del hombre sobre el resto de animales de la tierra. A la vez, al permitir por su eficiencia la acumulación de existencias trajó el nacimiento de estructuras sociales estratificadas y las primeras desigualdades de género (las recolectoras se encuentran en inferioridad con los cazadores). La corona que porta el jinete es la corona del vencedor (stephanos)para diferenciarla de la corona real (diadema) que usan tanto Cristo como la Bestia.
(Ap. 6:3) Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. {4} Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
Una vez dominadas las bestias, el hombre quiere someter a otros hombres. El poder coercitivo por la fuerza de las armas. El mito de la espada Excalibur, tan primitivo que se encuentra en los dos confines del primer mundo indoeuropeo, nos transmite la conmoción que hubo de producir en estos pueblos el aniquilamiento de las pacíficas gentes de la Old Europe (6.000 AC),tanto como para sugerir que la espada sólo puede empuñarla el elegido y que ha de volver al lago una vez desaparecido éste.Por desgracia, la orgía de sangre aún se encuentra presente en el mundo.
(Ap. 6:5) Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. {6} Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
Otra forma de poder que interviene en la plasmación terrenal del conflicto cósmico es el poder del comercio para someter a otros hombres y pueblos. Y ha sucedido a la guerra como forma preferida de poder tras la industrialización. No hemos utilizado el comercio para eliminar desigualdades sino para hacerlas mayores. Y esto es lo que ha visto Juan, por eso las cantidades de trigo y cebada son insignificantes -apenas una ración al precio de un salario -, mientras que el vino y el aceite, productos de lujo, permanecerán libres al alcance de unos pocos.
(Ap. 6:7) Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. {8} Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
Se dice que el cuarto caballo resume a los otros tres. Nada que objetar. En mi intuición se presenta como la consecución histórica de lo obrado por las tres formas de poder antes aludidas. Y es bien cierto que una cuarta parte de la humanidad se encuentra hoy en esas circunstancias. Y no menos que una cuarta parte de la tierra se encuentra devastada por la acción del hombre ilustrado, del que pretende sustituir a Dios como rey de la creación. El despilfarro en la producción energética, resultado más de la avaricia que de las verdaderas necesidades, es buena prueba de ello. Que con el dinero destinado a salvar al sistema financiero se hubiera podido erradicar el hambre, otra.
Así tres momentos y una consecuecia. El hombre señor de las bestias, el hombre señor de otros hombres, el hombre señor de la naturaleza. La consecuencia ya la conoceís. El hombre como aprendiz de brujo, mal camino.
Espero vuestros comentarios, antes de proseguir con la exégesis del resto del Libro.

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