lunes, 6 de abril de 2009

Semana Santa

La revelación es, y seguira siendo, uno de los temas favoritos de este blog. Con más razón en Semana Santa.
Dentro de los episodios que recordamos en estas fechas dos son los que hoy vamos a comentar.
El primero es la negación de Pedro. Muchos somos los que no nos atrevemos a hacer pública confesión de ser seguidores de Cristo. Nos parece que puede dar una impresión carca y reaccionaria de nosotros mismos. No tiene por que ser así. Me confieso públicamente seguidor de Cristo y del Amor.
El segundo es la vigilia de Getsemaní. Desde que empezó el blog han estado colgados el cuadro "La visión del sermón" de Gauguin y una reproducción parcial de la lipsánoteca de Brescia. En ambos se representa el mismo pasaje bíblico: La lucha en el vado de Yabboq (Gen, 32). Es uno de los episodios más oscuros de las escrituras, tanto que la propia iconografia cristiana tuvo que sustituir a Dios por un ángel a partir del siglo VI d. C. Costaba explicar que la fundación del pueblo de Israel provenía de una noche en que Jacob, después de luchar toda la noche con el mismo Dios para vadear aquel arroyo, había salido victorioso para convertirse en Israel.
Las explicaciones son variadas, no coincido con San Jerónimo ni con San Agustín y me gusta más la de Gregorio de Nancianzo que influirá en Pierre de Joinville y en la llamada Biblia de San Luís. En las concordancias prefigurativas, se asocia con el episodio del incrédulo Santo Tomás hundiendo su dedo en la herida de Cristo resucitado.
Para mí la interpretación del pasaje es clara, aunque no me consta que ningún teólogo la haya aportado (que me corrijan si no es así). Anuncia la noche de Getsemaní y la lucha que el hombre y Dios habrán de sostener en la propia persona de Jesús (logos ántropos)que posee, a la vez y plenamente, ambas naturalezas. En Getsemaní como en Yabboq también vence el hombre. Jesús se entrega a su pasión como hombre y no como Dios, así se cumplirá la escritura. Tras éste combate surge, a su vez, un nuevo pueblo: la humanidad.
Que sea la naturaleza humana de Jesús la que sale victoriosa de tan terrible combate es motivo de reflexión para todos los cristianos. Seguro que podemos hacer mucho más en nuestras pequeñas luchas diarias. La clave es el amor.
Como soy seguidor de Adorno, hoy incorporó esta versión de Luccca Giordano y, sobre todo, esta reproducción de la Miniatura del Génesis de Viena (S.VI d.C). El arte vale más que los discursos y la Semana Santa es, también, un buen momento para pensar en esto.

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